jueves, 9 de octubre de 2014

Vendedor vocacional

Pues yo siempre tenido una fuerte vocación comercial, me encanta vender”, después de mirar alrededor buscando a Orestes, Belleja o a algún miembro del Departamento de Recursos Inhumanos a quién previsiblemente va dirigida esta afirmación, compruebo que lamentablemente, soy el único receptor de la frase.

Mi compañero, vomita lo que a él le parecen axiomas y a mí frases hechas con cabida únicamente en una entrevista laboral; me obliga a hacer un esfuerzo, una pirueta mental para justificarle: Muy bien, perfecto, ¿por qué no? Hay gente para todo, si el compañero tiene un alma fenicia, perfecto, asumirá con mejor humor las excentricidades de Albotti, el mísero sueldo y las salidas de tono de Concha.

Pero no para, sigue forzando la máquina:

-        Si te paras a pensarlo, somos pioneros, los primeros (y únicos) autorizados a la gestión inmobiliaria en Marte.

“Somos”, el Camarada Trajeado no trabaja en LSD, es LSD.

No sabría decir si en su fuerte vocación comercial me está intentando vender su felicidad dentro de La Compañía (así en mayúsculas) o si efectivamente el pinganillo le ha convertido en una persona realizada.

No, no puede ser, no miente, conmigo no necesita ese cinismo, nadie se arrastraría de esta forma gratuitamente; seguro que a él no se le viene el mundo encima cada vez que suena el despertador, no se cepilla los dientes mirando al lavabo porque le avergüenza comprobar en el espejo en qué se ha convertido comparándolo con lo que un día quiso ser. Apuesto a que el tipo saca pecho cada vez que le preguntan de qué trabaja “vendo parcelas en Marte, ¡Ahí es nada!”.

No cuenta hasta mil cada vez que Concha le ridiculiza en las reuniones semanales porque no ha alcanzado objetivos de venta; asume el castigo porque sabe que ella lo hace para sacar lo mejor de nosotros, para que todos demos el ciento diez por ciento y consigamos que LSD crezca.

No fuma, no fuma antes de entrar en la oficina aplazando el momento del fichaje, de encender el ordenador, loguearse y empezar a ametrallar a potenciales clientes; no fuma compartiendo sus siete minutos de descanso con todo tipo de esquizofrénicas porque esos siete minutos pueden aprovecharse en una llamada más, una posibilidad más de vender, de salir de la reunión semanal sin ser vapuleado.

Qué feliz es, joder, qué envidia… en su ignorancia, en su realización o en su autoventa de la realidad, ¿qué más da? El caso es que no se plantea qué habría sido de su vida si hubiera tomado otras elecciones, porque no había más opciones, esa es su vocación, su fuerte vocación comercial,  ni más ni menos.

Y duerme, el tío duerme a pierna suelta ¿por qué no iba a hacerlo? LSD no es para él un fracaso ni el premio de consolación del tipo “al menos tengo curro”, por la noche no se le atraganta la frustración, no rumia la sensación de que el día siguiente será exactamente igual que el anterior. Después de diez horas delante de un ordenador, tiene por delante otras tantas horas de sueño reparador sin pasar antes por un análisis de su vida en el que el resultado es siempre el mismo: esto no es lo que quiero, es temporal, tiene que ser temporal.

lunes, 11 de agosto de 2014

Némesis

Siete minutos para bajar cuatro pisos en ascensor, fumar un cigarro y volver a mi puesto.

Aunque el Convenio de Plantaciones de Algodón, establezca que tengo derecho a un descanso de veinte minutos que computará como tiempo de trabajo efectivo, el Sr. Albotti ha decidido que nos vienen mejor dos descansos de siete – ni seis, ni ocho -  minutos que no computan como tiempo de trabajo.

Tres horas y media aquí metido y empiezo a notar que mis modales descienden al mismo ritmo que aumenta mi necesidad de fumar; justo cuando cuelgo una llamada, el muñón liberador de Concha me señala indicándome que puedo tomarme mi descanso, gracias profe.

Ficho en la máquina de control horario que hay al lado de la puerta y vuelo hacia el ascensor, una vez dentro saludo a un grupo de gente que – obviamente – no me devuelven el saludo.

Ya en la calle, nada más encenderme el cigarro, aparece por la puerta una compañera de LSD con una taza humeante de vetetúasaberqué…

-        Hola, tú eres el nuevo, Jota, ¿no?
-        Erre, me llamo Erre.
-        Yo es que no fumo, prefiero una infusión de rooibos, me relaja mucho, ¿sabes? Antes fumaba, cuando estaba estudiando, pero lo dejé, tampoco como carne, es terrible como sufren los animalitos, Jota.
-        Erre. A mí me encanta la carne, fumo y no me gustan los bebés, ni los cachorri…
-        Pues sí, fumaba como un carretero, Ene.
-        Erre.
-        Fumaba muchísimo, pero es que fue una época muy complicada de mi vida – sollozo – mi padre me pegaba y tenía un novio que me maltrataba psicológicamente…
-        Vaya… me tengo que subir ya, ¿eh? Se me acaba el tiempo de descanso…
-        ¡Maltrato psicológico! Ene, como te lo digo.
-        Erre, me llamo Erre, de verdad.
-        Es que el maltrato psicológico puede ser peor que el físico, ¿sabes, Ene? – rompe a llorar…

Repaso mentalmente mis posibles afrentas a los dioses para que me castiguen con este torrente de moco y desgracia, y no, no encuentro ningún pecado que esté a la altura de la penitencia.



-        Era terrible,  me decía que estaba gorda…
-        Yo lo estoy, la coprofagia engorda una barbaridad.
-        Creo que fue por eso por lo que no aprobé las oposiciones, no confiaba en mí misma, Ele, y sin confianza no puedes cantar los temas en el oral – lágrima viva - ¡cómo pudieron hacerme eso! ¡mi propio padre y mi novio! ¡no me lo explico! ¡Decirme que estaba gorda!
-        Si sacrificas un mamífero una noche de luna nueva, adelgazas, te lo juro, yo intento hacerlo cada ciclo lunar… Me tengo que ir ¿eh? Se acaba mi descanso.
-        Lo que pasa es que comía carne, carne roja, muchísima, y por eso estaba un poco más hinchada, Jota, pero no estaba gordaaaaaaa….
-        Erre, me llamo Erre, joder, entre la cú y la ese, puede que  no sea un nombre maravilloso, pero es el mío… me parece una falta de respeto que me fusiles con tus miserias y no tengas la decencia de emplear diez segundos en retener cómo me llamo; supongo que será por un problema de bulimia mental propiciado por tu novio, tu padre o cualquier otro desgraciado que haya tenido la mala suerte de cruzarse en tu camino, pero sea cuál sea el motivo, te ilegitima para hacerme partícipe de tu  pasado traumático…

De una última calada termino la mitad del cigarro que me quedaba, lo tiro y vuelvo a entrar en el edificio, a mis espaldas oigo:

-        ¿Ya se ha acabado tu descanso? – juraría que, de repente, ha dejado de llorar pero no me voy a dar la vuelta para comprobarlo - ¿A qué hora tienes el próximo? ¡Nos vemos luego, Jota!


miércoles, 23 de julio de 2014

Nosotros, felices pocos

De: Belleja, P. (RR.HH)
Enviado el: Jueves, 17 de Julio de 2014
Para: LSD Spain All Users
CC: Albotti, A. (Director
Asunto: Hall Meeting

Estimados todos:

Mañana viernes, a las 11.00 hrs de la mañana, Dirección General convoca a toda la plantilla en la Hall para informar sobre la marcha de la Compañía.

Rogamos puntualidad.

Un saludo
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Pues nada, a las 10.55 hrs de la mañana, me pongo la americana, dejo los auriculares y voy al Hall de Last Space Dreams Inc para escuchar el informe sobre la marcha de la Compañía.

La congregación hace que esté pasando un calor de muerte, murmullos, sospechas sobre el motivo de la reunión – hay quién dice que tenemos un ERE a la vuelta de la esquina – y formados delante de la soldada están Orestes, Concepción y la Sra. Belleja. Por pinceladas que me ofrecen los compañeros empiezo a saber detalles del Director General de LSD, parece ser que un ancestro suyo era un miembro de la Casa de Alba que estuvo a punto de dilapidar la fortuna de la Familia, cayó en desgracia y le prohibieron usar el título nobiliario, pero se aferró con uñas y dientes a él, adoptando como apellido Albotti, no sé, quizá en el S.XIX sonaba exótico a la par que insigne, hoy en día, decididamente no es así.

Antes de la entrevista yo mismo pude averiguar (internet es un pozo de sabiduría) que LSD es el tercer proyecto empresarial de Albotti, que ya había quebrado otras dos empresas; alguna mente precalara de las altas esferas decidió que semejante trayectoria profesional tenía que ser premiada con la Dirección General de una gran Compañía como LSD; me niego a pensar que el único mérito de mi Director General es ser descendiente del primo calavera de la Casa de Alba.

Con puntualidad británica, a eso de las 11.20 hrs el Sr. Albotti hace su aparición: pañuelo anudado al cuello, blazer azul marino cruzado con botones dorados y náuticos sin calcetines. Es curioso que lo que más me llame la atención de él no sea vaya vestido como el Capitán Stubing en su día de asueto, sino la total falta de respeto que ha demostrado por el tiempo de sus empleados que tendrán que recuperar este tiempo más allá del horario habitual haciendo el mínimo de llamadas que se nos exige a diario.

Disimulo para sacar del bolsillo de la americana el móvil y grabar (al menos el audio) la conferencia que se promete entretenida. Después me doy cuenta de que mi discreción no era necesaria, estoy convencido de que el Sr. Albotti no nos ve, está hablando a una aglomeración gris, informe, al hombre masa de Ortega pero con 100 cabezas.

Horas más tarde, en casa, transcribo el discurso, y no sé si es porque mientras lo hago me he bebido cuatro cervezas, pero se me antoja cóctel lisérgico del tipo Tip con Pozuelón:

Buenos díassss - impresionante cómo engola las palabras y arrastra las eses.

Os he convocado aquí, junto con mi guardia pretoriana – ahí está señalando ni más ni menos que a la elite formada por Orestes, Concepción y Comosellameeja – en primer lugar para pediros un esfuerzo adicional, estamos en una época de crisis y LSD no es ajena a esta crisis, pero como dijo Nietzsche “Los diamantes surgen con la presión (¡Canasta! tiro desde la bombilla que ha entrado sin rozar el aro, juraría que la cita es de Patton, pero no soy ni director, ni pretoriano, ni el sobrino borracho de los Marqueses de Urquijo, así que no me atrevo a contradecir a un descendiente directo de los Albotti) y ahora es cuando tenemos que dar el do de pecho, lo mejor de nosotros mismos.

En lo que a cifras se refiere, este primer semestre hemos transado 25.000 propiedades en territorio marciano obteniendo un resultado de 225 Mio € - y mis compañeros que se deshacen en aplausos… la verdad es que encontrar 25.000 ilusos en el pajar de la base de datos de LSD es como para felicitarse a uno mismo – pero hay que seguir, como dicen los americanos “keep on pushing, you know?” .

Por mi parte, podéis contar con todo mi apoyo en este esfuerzo extra que os pido, ¿por qué? Porque estoy orgulloso de pertenecer a esta Compañía, la siento como propia – amigo, aunque no sea tu propia Compañía es la primera que no hundes en toda tu vida, tienes motivos de sobra para el orgullo – el otro día estaba comentando con unos amigos mientras veíamos el partido – sé de qué partido habla, el que nadie de la oficina pudo ver porque estábamos trabajando, sin tiempo para el circo, sin dinero para pan – que yo no opino como Woody Allen que no quiero pertenecer a ningún club que me tenga como socio (Woody, Groucho... como dicen los americanos "who cares, you know?").



Solo me queda agradecer vuestro esfuerzo porque entre todos estamos construyendo algo grande.

Y vuelvo a mi sitio, me quito la americana, pinganillo en ristre y empiezo a escupir llamadas envidiando la ingenuidad de los señores de Tal y Pascual, de la banda de hermanos del Call Center que terminarán la jornada sin la náusea que me acompañará el resto del día.

jueves, 17 de julio de 2014

Fashionista

Hay conceptos, axiomas estilísticos y pautas del mundo de la moda que nunca aspiraré a entender.

No hablo de misterios insondables como el que encierra la bota-sandalia (¿para qué sirve? ¿en qué época del año se debe usar? ¿por qué abrigar la pantorrilla y dejar al descubierto los dedos?); si no de algo aparentemente más sencillo: el traje masculino.



Hace al hombre estiloso, elegante, gallardo… o eso dicen, cuando uno tiene que luchar en una melé del metro de Madrid, el traje se convierte en un saco de esparto tejido con alambre de espino. Los dos – el traje y yo – volvemos a casa doce horas después sudados y manoseados, a años luz de los cánones occidentales de elegancia, estilo o gallardía y sin la posibilidad de un programa largo a 50º en la lavadora, higiene ante todo.

Jamás veré a un cliente de LSD en persona, o eso espero, pero se me exige buena presencia, o lo que Recursos Humanos entiende como buena presencia: zapato ejecutor, calcetines travestidos, traje, camisa y corbata.


Solo tengo un traje y está aburrido de verme arrastrarme para (intentar) acostarme con las camareras de las bodas, no soporta más sesiones de tintorería urgente, donde lo llevo uno de cada tres viernes y con un hilo de voz pregunto: “estará para mañana ¿verdad?”.  Este maltrato hace que mi único traje brille como una supernova, magnífica presencia, sí, pero me avergüenza; llevo dos meses con el mismo traje de lunes a viernes y necesito con urgencia comprarme otro.

Una nueva concesión, las tragaderas se ensanchan, me como mis palabras rebosantes de dignidad cuando me decía a mí mismo “¿Qué tengo que trabajar con traje? Pues así lo haré, trabajaré con EL traje, no voy a gastarme un céntimo en otro disfraz, ya tengo uno, si no les gusta, que me paguen más”.

Entro en ese paraíso del aire acondicionado llamado Corte Inglés, subo las escaleras hasta la planta “Moda Joven”, tengo que admitir que los iluminados de marketing de LSD son mucho mejores a la hora de poner nombres… ¿“Moda Joven”? ¿Una expresión sin una palabra en inglés? Me extraña que vendan algo, esto es un claro error de base.

Después de 45 segundos revisando etiquetas de precios, un vendedor se acerca y me pregunta:

-        ¿Puedo ayudarle?
-        Sí, muchas gracias, necesitaba un traje.
-        ¿De qué color? ¿Liso? ¿Con línea diplomática? ¿Dos o tres botones? ¿Me puede dar alguna indicación más? ¿Cómo lo necesita?– Quizá sea yo el susceptible, pero me está pareciendo notar cierta condescendencia.
-        Barato, lo necesito, barato.

El vendedor tendrá 25 años y dudo que duerma en sábanas de algodón egipcio o veraneé en un yate de 30 metros, pero por alguna razón que sólo él sabe, me mira por encima del hombro regalándome media sonrisa:

-        ¿Talla 48 o 50? – Con la suficiencia del que intuye que no sé la respuesta.
-        No sé ¿tú qué crees?
-        Vamos a probar con la 50…

Farfullando estestárebajadoysaleadoscientos me acompaña al probador con un traje azul marino colgado de una percha…

Me lo pruebo, abro la puerta del probador para alejarme del espejo y verlo mejor…

-        Ejem, el último botón de la americana no se abrocha – Joder, no es mi impresión, está  hablándome desde un pedestal, con una pedantería, que, que...

Bueno, voy a fingir que no me he enterado, pago y me voy y a otra cosa.

En la caja, saco la tarjeta de crédito, me pide el DNI, lo he perdido, por supuesto, así que voy por la vida esgrimiendo el pasaporte, cuando se lo entrego, el vendedor parece que ha visto un animal mitológico y tras recomponerse, empieza a pasar las páginas una a una. Sé que no lo voy a conseguir, sé que en una simple frase no voy a ser capaz de devolverle toda su soberbia pero tampoco puedo dejar de intentarlo:

-        Los datos y la fotografía están en la última página, hay que hacer turismo de vez en cuando fuera de Moda Joven.




martes, 15 de julio de 2014

Lobos y corderos



Resulta que el trabajo en Last Space Dreams Inc, a pesar del nombre de la Compañía, no es precisamente ingeniería aeroespacial… el ordenador está conectado a un teléfono y va realizando llamadas de forma automática; una vez el incauto descuelga, en el monitor del ordenador aparecen sus datos que vaya usted a saber de dónde han salido y  un guión que debo seguir e ir seleccionando las respuestas que recibo para timarle, perdón, argumentar y convencerle de que toda la vida ha deseado poseer una parcela en Marte.

Por supuesto, que en LSD no lo llaman guión sino argumentario, ni timo sino oportunidad de inversión, tampoco convencemos a nadie, aconsejamos sobre un destino para sus ahorros: Marte, ni más ni menos.

Una llamada tipo podría ser algo así:

-        Fulano de tal, mi nombre es Erre – anglicismo chirriante que se empeñan en hacernos usar, olvidan que en castellano sí que existe el verbo “llamarse”, pero oiga, si a algún lumbreras de marketing se le ha ocurrido que “mi nombre es” suena más comercial, quién soy yo para contradecirle - le llamo de LSD. El motivo de mi llamada es informarle de que ha sido seleccionado para beneficiarse de una oferta comercial de nuestra Compañía.

-        ¿Siiiií?  ¿Qué me ha tocado? ¡Qué bien!

-        Sí, sí, muy bien, la verdad. – Tenemos que repetir de forma sistemática la última frase de nuestro interlocutor, a mí personalmente me crisparía que un loro repetidor invadiera mi salón vía telefónica, supongo que es otra ocurrencia de los Nobeles expertos en ventas – Estamos ofreciendo opciones inmobiliarias en Marte y usted, Sr. de Tal, ha sido seleccionado para disfrutar de un descuento en una nueva promoción marciana.

-        ¿En Marte?

-        ¿Me pregunta, Sr. de Tal, si la oferta para la que Usted ha sido seleccionado es en Marte? – Por cada frase que digo sin mencionar el nombre del “timable”, un ángel perderá sus alas, no me gustaría que eso cayera sobre mi conciencia.

-        Si.

-        Así es, Sr. de Tal, el calentamiento global ha hecho que la investigación en materia de colonización espacial avance vertiginosamente y a día de hoy LSD está en disposición de ofrecerle terrenos en la superficie de Marte.

-        Claro, claro, con la contaminación y tal…

-        Sí, Sr. de Tal, por la contaminación. Estamos avalados por Martian Development, Mapping and Assessment, S.A (en adelante MDMA), somos la única Compañía con certificación para este tipo de inversiones, Sr. de Tal, por lo que somos nosotros los que seleccionamos a nuestros futuros inversores, como entenderá la superficie de Marte es limitada, y no podemos lanzar ofertas públicas que provoquen un aluvión de solicitudes que nunca podrán llegar a materializarse en compra de propiedades, Sr. de Tal.

-        ¿De la NASA ha dicho?

-        ¿Me pregunta si MDMA es parte de la NASA? MDMA fue constituida por antiguos miembros directivos de la NASA…

Ploc, ploc… Sr. de Tal aguanta estoicamente la gota malaya, el operador de LSD manosea su nombre y repite su última frase hasta que, plantado ante el espejo convexo, Don  Fulano olvida cómo llegó allí.

Impresionante, a partir de ahí, el ingenuo del Sr. de Tal empieza a batir récords mundiales en candidez; sin embargo, su marca es efímera, en futuras llamadas, será pulverizada por el espíritu aventurero de otro inversor, el Sr. de Cual.

Relleno pantallas de mi primera llamada, dirección completa, código postal, DNI y datos bancarios ¡enhorabuena Don Fulano de Tal! y a por la próxima; seguido, sin respirar, sin tiempo para plantearme si estoy trabajando para una manada de lobos, si los clientes de LSD son Demasiado Humanos o simplemente corderos hartos de Soma.

Tecleo, hablo, tecleo y “oriento” rápido, a toda hostia; es fácil y es la única forma que se me ocurre de que el tiempo pase más deprisa: siete horas cuarenta y cinco, empiezo a recoger mis cosas y por primera vez en todo el día, Concepción, La Concha de mi jefa, asoma el hocico, sí, mucho mejor que la patita:


-        ¿Qué tal ha ido el primer día, Erre?

-        Bien, vamos, emmm, bueno, yo creo que bien.

-        Bueno, mañana hay que hacer más llamadas ¿eh?

-        Sí, claro, lo intentaré ¿cuántas he hecho? ¿muy pocas?

-        No tenemos los registros hasta la semana que viene, ¡no vayas de listo conmigo!

No importa cuántas haya hecho hoy, son insuficientes, agacha las orejas, Erre, mañana más.

jueves, 10 de julio de 2014

Al cole

De vuelta al cole, formación en la Sala II.

He llegado casi el primero y veo una gran mesa con ocho ordenadores encendidos, ocho teléfonos y un proyector en el que se supone que nos irán enseñando cómo manejar la aplicación informática, ¡Esto va a ser apasionante!

En la pared una pantalla en la que se reflejará la imagen vomitada por el proyector y al lado un tipo que me tiende la mano, viste con chaleco de lana, corbata de rayas y mocasines granate, todo un dandy.

-        Hola me llamo Orestes , voy a ser vuestro formador, toma asiento, por favor, donde quieras, están todos libres.

-        Erre, encantado – y tomo asiento donde quiero.

En los cinco minutos siguientes empiezan a asomar por la puerta las Siete Naciones de nuestro particular Ejército, desde la Reina de Inglaterra a Cancerbero: la concursante frustrada de Hombres, Mujeres y Viceversa, la exsecretaria de dirección venida a menos, el moderno de corbata estrecha, el eterno opositor con gafas de culo de botella, la promesa del fútbol cuya carrera se truncó por una lesión de rodilla, la maruja recién reincorporada al mundo laboral después de su divorcio y la neo hippy adicta a las tisanas y al bizcocho integral…





¿Y yo? Bueno, supongo que me habrán etiquetado como el de la sonrisa de idiota que repite sin parar: “Hola, soy Erre, encantado”.

Contacto, luces, metemos primera y arranca despacito el curso de formación con la típica ronda de presentaciones. Me sorprende a mí mismo el grado de acierto que he tenido endosando clichés a los otros niños de la clase, la verdad es que he fallado poco y, sinceramente, lo que difiere de los sambenitos que he ido repartiendo, no me preocupa demasiado, este trabajo es temporal, en dos meses estoy fuera porque he encontrado algo mejor ¡fijo!

Orestes se presenta al grupo y después pasa a detallarnos cuál serán nuestras funciones en la Compañía, joder, es verdad, a pesar de haber pasado la entrevista y de llevar aquí 2 días leyendo manuales, aún no sé a qué me voy a dedicar…


-        Last Space Dreams Inc. es una empresa con sede en Delaware y delegaciones en Brasilia, Santiago de Chile, París, Berlín y Madriiiiiiid (qué gran orador, ¡cómo mantiene nuestra atención enfatizando las palabras que cree que nos pueden involucrar en su discurso de alguna manera!) dedicada al comercio inmobiliario en Marte.

-        Ejem, perdón, me ha parecido entender en Marte (no habré oído bien, son ya unos años de rock n’ roll en los tímpanos).

-        Sí, en Marte.

-        Ah, de acuerdo, muchas gracias – mirada panorámica al resto de asistentes y ni asomo de un gesto de sorpresa, deduzco por tanto que una de dos: o no estoy actualizado en lo que actividad empresarial en Marte se refiere, o todos están pensado en sus cosas sin hacer ni puto caso al pobre Orestes.

Acto seguido nos entregan un nuevo manual y ya he perdido la cuenta de cuántos me he tenido que leer en estos días trabajando en Last Space Dreams Inc (en adelante, LSD); en esta ocasión el título del legajo es Métodos Psicológicos Aplicados a la Gestión Inmobiliaria Marciana, y no puedo evitar barrer de nuevo la sala  con la mirada y empiezo a creer que mis compañeros no saben leer, no hay otra explicación a la ausencia de risas o muestras de asombro.

Los siguientes tres días en el curso de formación los paso impresionado con la facilidad con la que en el manual Métodos Psiquiátricos Aplicados a la Compraventa de Estampitas categoriza a los potenciales clientes: el indeciso, el voluntarioso, el enfadado… y justo cuando mi indignación alcanza su zénit, justo cuando creo que no puedo estar más cabreado por la forma que tiene LSD de despersonalizar a los que compran su moto, caigo en la cuenta de que es lo que hecho desde el primer momento del curso olvidando eso de que every single one’s got a story to tell.

domingo, 6 de julio de 2014

Dribbling


Totalmente de acuerdo, Michael Jordan dominaba todas las facetas del juego; sin embargo, el dribbling ha tenido otros novios, otros jugones que lo elevaron a la categoría de arte a un billón de frames por segundo: Tim Hardaway, Allen Iverson y el grandísimo Magic:


 Desarrollé mi carrera baloncestística entre los años 1988 y 1992, con un total de 4 puntos anotados (en los cuatro años, sí), calculo que 15 minutos jugados (en los cuatro años, sí) y ningún rebote (que sí, que sí, en los cuatro años); pero mi incursión en el mundo laboral me dio la oportunidad de sentirme como Magic entrando a canasta fintando el pase hacia la izquierda para pasar a la derecha.

Después de haber pasado la entrevista, de haber conseguido loguearme llamada a Frontdesk mediante, el nuevo trabajo me concedería la oportunidad de congraciarme con mi desafortunado pasado deportivo.

Estaba accediendo al correo electrónico, a la aplicación informática de ventas, leyéndome los manuales que me habían dejado encima de la mesa; pasando un buen rato, vaya, cuando noto un golpecito en el hombro, levanto la cabeza y veo a la que será mi supervisora, responsable, jefa, mi Candle / Di Caprio.

- Hola, me llamo Concepción, tú eres Erre ¿no? Voy a ser tu jefa.
- Hola, Concepción, encantado.

En ese momento, me pareció muy profesional dar la mano, tenía la sensación de que dando dos besos mi bwana podría pensar que me estaba tomando demasiadas confianzas.

¡Me cago en las confianzas, la profesionalidad y las buenas maneras en el entorno laboral! Extiendo la mano derecha, bajo la mirada y vuelvo a subir la vista horrorizado al comprobar que Concepción no tiene mano derecha sino un muñón con dos pseudodedos y unas uñitas minúsculas.

En un segundo y medio tengo que decidir entre estrechar el muñón con toda la naturalidad del mundo, darle un abrazo, una palmada en la espalda...¡mierda, no sé! Finalmente, con la velocidad del rayo intento disimular mi pánico, driblo, finto y extiendo mi mano izquierda... parece que la opción que he escogido no es del todo errónea...

- Encantada, mañana a las 9.00 tienes tu curso de formación en la Sala II.

Ardo en deseos, la verdad...

viernes, 13 de junio de 2014

Frontdesk



En una de las paredes del zulo-box-cubículo veo un papel pegado con cinta adhesiva en el que pone “Frontdesk” seguido de un número de teléfono “902…”; mis amplias dotes de deducción hacen que llegue a la conclusión de que tengo que marcar ese número para conseguir acceder al.. perdón loguearme

Un tono, una voz nasal:

-        - Centro de Atención al Usuario, le atiende la posición cerodosnueve.
-        - Sí, hola, mira, me llamo Erre y no consigo acceder al, que digaaaa, loguearme.
-        - Me tiene que enviar un email con la incidencia.
-        - Pero es que no puedo entrar en el, perdón, loguearme en el email.
-        -  Me tiene que enviar la incidencia por escrito.
-        - Mmmmm, creo que no me estás entendiendo es que no puedo entrar en la máquina, enciendo, me pide un password que no tengo y…. bueno, yo estoy sentado aquí al lado de Aracne, si te parece, me acerco a tu sitio y me enseñas a acceder, quizá estoy haciendo yo algo mal…
-        - Me temo que no va a ser posible, veo que me llama desde Madrid y nosotros estamos localizados en Bogotá.
-        - Ayyy, qué bien, ¡maravillosa ciudad! Mi novia es de allí – miento sin ningún pudor mientras busco en el móvil información que me pueda sacar de esta – de Seminario.
-        - ¿Siiii? Qué lindo lugar, intente acceder ahora tecleando en el nombre de usuario su apellido y como password la palabra “Seminario”.
-        - ¡Bien! Sí, ya he conseguido entrar, muchas gracias.
-        - Mándeme un email con la insidensia  -ha relajado el acento - ¿si?
-        - Sí, sí, ahora te lo mando.

lunes, 9 de junio de 2014

Día cero

Firme aquí, aquí, aquí, esto es para certificar que ha recibido formación en Prevención de Riesgos laborales - oiga, que yo no he reci...- vas a estar todo el día sentado, no te preocupes, ¿firmas?

Sorprendido por el vertiginoso cambio al tuteo, firmo, vaya que si firmo; el juego de tapar el agujero en una tarjeta de crédito creando un pozo en otra empieza a no tener gracia.

Y después de seis meses en el paro empiezo en mi nuevo trabajo.

La Amanita de Recursos Humanos (es bajita, cabezona y regordeta, soy obvio, lo sé), me acompaña al que será mi box dentro de la oficina. Me he dado cuenta de que en esta empresa cada vez que quieren evitar una palabra con connotaciones negativas utilizan el inglés: box para cubículo enano, stand by para el tiempo que estás en la puta calle entre contrato temporal y contrato temporal, appraisal para unas entrevistas semestrales en las que juzgan tu rendimiento durante el periodo anterior...

Ese es tu sitio, en el sobre que hay encima del teclado está tu nombre de usuario y contraseña para que te logueés (te registres y te controlemos), es importante que cada vez que vayas al baño o a comer, te desglogueés (salgas de la aplicación inforrmática para que comprobemos, no sin asombro, la frecuencia con la que meas).

La Seta se va por donde ha venido, abro el sobre, combinación infernal de siete posiciones alfanuméricas con letras en mayúsculas y minúsculas.

Como no podía ser menos , escribo dos veces mal la contraseña y antes de bloquearla tecleando cualquier cosa por tercera vez, me asomo al "bos" contiguo y pregunto a una señora que está tejiendo una bufanda (?) mientras habla por teléfono con uno de esos auriculares con micrófono incorporado (pinganillo, vaya): Mmmmeeestooo, disculpa, ¿el informático? . Me mira con toda la ira del mundo, está jodida porque tiene que dejar de tejer, alarga la mano hacia el teléfono, pulsa el mute (tecla para maldecir en hebreo sin que tu interlocutor te oiga) y escupe "extensión dosdoscinco".

Veo que hay unos auriculares con micrófono incorporado (pinganillo) encima de mi mesa, me los pongo, marco la extensión dosdoscinco... Hoooola, mira, perdona, me llamo Erre, hoy he empezado a trabajar aquí - Ssstaloshuevos estoy de los nuevos, tienes que llamar al Frontdesk para desbloquear el usuario - cuelga.

Reviso los tres manuales de procedimientos que me ha entregado el Champiñón, todas las copias de los documentos que he firmado sin leer... nada, no hay nada del puñetero Frontdesk

La entrevista

Alrededor del cuello, la corbata de las entrevistas, medio nudo windsor que se me antoja como si me lo hubiera hecho Pepe Isbert en la peli de Berlanga, el cuello de la camisa, casi metálico como la pestaña del garrote.

He decidido decorar el hueco que hay entre la nariz y el labio superior con un trocito de papel higiénico, me ha ayudado a tomar esta decisión el corte que me he hecho afeitándome, y es que no consigo recordar que mover la cuchilla de izquierda a derecha no es del todo práctico.

Taconeo escaleras abajo, taconeo hasta la boca del metro, tacones, tacones. No sé por qué si lo que me duelen son los pies, no consigo doblar las rodillas, un extraño efecto de estos zapatos en mis pies. Los llamo pies, pero a estas alturas bien los podría llamar "amasijos sanguinoletos", los huesos de los dedos han empezado ya a acariciar los calcetines. Deleitándome con esa maravillosa sensación no dejo preguntarme por qué tengo que ponerme estos zapatos con los calcetines mal llamados "ejecutivos", que deberían llamarse "travestidos" o "minimedias", un nombre más descriptivo, sin lugar a la sorpresa.

Currículum en mano - papel verjurado color albero nº3 - llego a la oficina donde tengo la entrevista, la secretaria que me recibe no está limándose las uñas y como no soy James Bond no suelto una perlita del tipo "Moneypenny, desde este mismo instante el sol luce más radiante hoy!" en su lugar, abro la boca y una flema vibra en mi garganta al ritmo de:

- Buenas, me llamo Erre, tenía concertada una entrevista con la Sra. Pelleja

Moneypenny con cara de estar nadando en un río de vómitos:

- "Sra. Belleja", siéntese ahí, por favor.

Me siento en acojedor sillón de scai, acogedor si no fuera porque el aire acondicionado aquí parece haberse puesto en huelga, el pantalón ha empezado a entenderse a las mil maravillas con mis muslos, tanto que no quiere despegarse de ellos, y eso que están empapados en sudor...Genial! Además una gota ha empezado a deslizarse por la corva y ha conseguido llegar a los calcetines travestidos.

Las piernas no están solas en su baño salado, les acompañan: el culo, las axilas, la frente...No sería muy apropiado haberme traído una mochila, por lo que me no me ha quedado más remedio que llenar la americana con llaves, teléfono, abono transportes, cartera, tabaco, mechero; así que el peso de la chaqueta hace que ésta presione la camisa contra mi pecho, contra los brazos. Disimuladamente me he ahueco un lado de la chaqueta, echo un vistazo a Moneypenny, muy entretenida con el whatsapp, y empiezo a soplar dentro de la americana con la esperanza de que el flujo se detenga, se realentice. Por supuesto, no lo consigo, además me acabo de dar cuenta de que una de las manchas de sudor en la camisa se parece muchísimo a la forma de la Comunidad Valenciana, en cuanto a tamaño es un poco más pequeña.

Por fin la señora Pelleja o Polleja o como sea sale a recibirme, y cuando me estrecha la mano pone la misma cara que Moneypenny cuando me ha oído hablar, acaba de descubir que un minúsculo riachuelo de sudor rueda desde el interior de mi manga hasta su mano. Mientras sacude su mano de forma casi convulsiva me conduce a un mini despacho formado por unos paneles de cristal.

Nos sentamos, y empieza la entrevista, la primera parte es obligatoria, el intercambio de piropos:

- Su currículum es muy interesante.
- Muchísimas gracias - "no puede imaginarse hasta qué punto es inventado" me gustaría añadir - verá además que toda mi trayectoria laboral se ha desarrollado en el ámbito comercial ( "trayectoria laboral" = un año como becario poniendo cafés y transcribiendo cartas y unas navidades envolviendo regalos en El Corte Inglés).

Pasamos a una segunda fase, la prueba en inglés, la Sra. Pajeja "breiks de ais" y se lanza a hablar inglés haciendo que Aznar parezca del mismo Liverpool. Cruce de palabros y frases hechas, creo que esto sí que lo he hecho bien. Sin embargo, si algo me ha enseñado la vida es que TODO tiene sus consecuencias negativas, mis pulsaciones han descendido, las mamparas forman un zulo donde sí que funciona el aire acondicionado, y lo hace con toda la potencia que habría sido necesaria para refrescar el recibididor, bueno, el recibidor y tres estadios de fútbol. El caso es que el sudor se ha enfriado, y durante lo que queda de entrevista mi temperatura corporal cae en barrena; los dientes me castañetean cuando la Sra. Pajera me pregunta:

- Bien y ya para terminar, cuénteme algo sobre sus aficiones.

Lo sincero sería decir que soy un estudioso del porno con reconocido prestigio en varios foros especializados, pero a lo mejor mi disyuntiva sobre la irrupción de las Supervixens en el cine de los ochenta no la termina de impresionar, así que decido ahorrar mis comentarios para un público más selecto y consigo hacerme oír por encima del ruído de los dientes chocando entre sí:

- Leer, el cine, ir al campo - la verdad es que la última vez que estuve en el campo fue con la esperanza de encontrar setas alucinógenas, pero seguro que eso deja una imagen no del todo "saludable" de m.

Se abre el turno de ruegos y preguntas. La vejiga humana se contrae con el frío, por lo que no sólo me muero por un cigarro, si no que estoy más que dispuesto a axfisiar con mis propias manos a la Sra. Comocoñosellame-EJA si con ello consigo que termine ya la entrevista y abrazar un urinario, su pegatina de la araña en él, su pastilla ambientadora azul, el botón que acciona el mecanismo de la cisterna, mmmmmmm!

Sin embargo, la oferta no decía nada sobre las condiciones (eufemismo que se responde a la ecuación "horario+pasta", así que pregunto:

- Sí, bueno, trabajar para Uds. es una motivación "per se", sin embargo sí que es lógicamente importante conocer las condiciones - toma ya frasecita, a veces me doy miedo, es que ya ni pienso lo que digo, ya puedo hacer entrevistas con el piloto automático conectado.

- Aquí trabajamos de 8 de la mañana hasta las 19, sin embargo, nos gusta la gente que se implica - nuevo eufemismo, éste significa "gente que trabaje por la cara fuera de su horario"- , así que si un día - toma ya! dos en una frase, aquí donde dice "un día" hay que entender "de lunes a jueves" - hay que arrimar un poco más el hombro - "currar gratis hasta las mil" - pues lo hacemos.

- Sí, sí, entiendo.

- En cuanto a las condiciones en un principio - léase "los diez primeros años" - cobraría unos 12000 euros al año.

Mmmmm, interesante, si me lo curro, hago horas extras gratis, le caigo bien a mi responsable, a mis compañeros, a mis compañeras, si hago todo el trabajo sucio durante diez años, si oculto mis convicciones políticas y mis juergas de los fines de semana, si soy un trabajador modelo con mucho tiempo para dedicarle a la empresa, poca personalidad y una vida privada ínfima, transcurrido ese tiempo conseguiré ser MILEURISTA!!!